"Germinal" de María José Romero
Germinal, germen, semilla, origen, embrión en ciernes primigenio, célula, todo ello a ora y se abarca en este atractivo conjunto de pequeñas, diminutas y delicadas piezas pictóricas de María José Romero (Ciudad de México, 1970). Sutil y profundo es el tratamiento que ella brinda a la gran temática de las múltiples génesis que la naturaleza ofrece con amplitud, sin dejar a un lado, desde luego, a la naturaleza humana. El tema central de esta exposición es colocar en relieve la suprema actividad de la naturaleza por recrearse y renovarse por medio de embriones que combinan dialécticamente tanto integración como desintegración, explosión e implosión.
Llama la atención cómo esta veintena de obras de dimensiones minúsculas (alrededor de los 15 x 60 cm.) na y cuidadosamente trabajadas en acrílico,con técnicas mixtas sobre madera, prácticamente acariciadas en su elaboración, den cabida a un universo pletórico de energía, a un campo in nito de fuerzas creativas y gestantes en continua reproducción de dimensiones intangibles. Las piezas invitan al observador a un diálogo íntimo, exclusivo, propio, a interactuar y adentrarse en ellas; justo esa pequeña dimensión es la que las hace grandes. Como espectadores nos obliga a reducir nuestro cono de observación y acercarnos para crear un diálogo individual, que genera una intriga magnética capaz de conducirnos a una atmósfera casi metafísica de entrelazamientos de cuerpos vivos y energías atrayentes.
Lo anterior hace que ésto sea un conjunto de obras de gran sensualidad, erotismo y candidez, muy característico de los gestos y trazos en el lenguaje visual y plástico expresado en las anteriores exposiciones y series de María José Romero, con la diferencia en este caso, además, del formato, el de expresar en esencia un dinamismo perpetuo, un huir permanente de nido plásticamente por capas, veladuras, planos, membranas, pieles, gestos y profundidades que dejan entrever el misterio de los organismos vivos. Lo que se presenta en Germinal son paisajes o escenarios al interior de entes vitales que expresan un permanente huir. Como si se tratase de una danza musical y sensual, logran una grata experiencia estética que atiende y se dirige a territorios sensoriales y eróticos más que a los correspondientes a la razón.
Felipe Leal.
Ciudad de México, 2016.